La gloriosa lista 17

Siguiendo el legado de los grandes hombres y mujeres de la patria, por un centro inclusivo, democratico, nacional y popular, inteligente y al servicio de los estudiantes.


jueves, 17 de junio de 2010

Volante de Presentación de La Jauretche

¿Otra agrupación más?
Hoy existen en nuestro colegio cinco agrupaciones diferentes que compiten en las distintas elecciones que se llevan a cabo a lo largo del año. Podría pensarse que esto es un ejemplo de pluralidad ideológica y diversidad democrática que ayuda a construir el CENBA desde perspectivas múltiples. En la práctica, sin embargo, se demuestra día a día que la mayoría de los militantes antepone sus intereses agrupacionales a la victoria del conjunto de los estudiantes. Se piensa únicamente en el rancho propio y así se ponen palos en la rueda a la construcción de un claustro conciente y movilizado. Si multiplicamos esta lógica sectaria por la cantidad de agrupaciones que se disputan el CENBA, nos encontramos con un panorama no muy alentador. Debemos sumarle a todo esto, además, el pensamiento puramente electoralista que lamentablemente predomina hoy en muchos de nuestros compañeros. Basar todo el accionar de una agrupación en vistas de la próxima elección nos parece contraproducente para la conformación de un CENBA realmente democrático y representativo.

A pesar de esta crítica, queremos subrayar que los llamamos “nuestros compañeros”. Nos referimos a ellos (Desde Bolívar, El Resto, Tinta Roja, UPC y FEL) de este modo porque así lo sentimos y porque no son para nosotros ni burócratas, ni entreguistas, ni traidores: son simplemente compañeros que entienden y encaran la lucha desde un lugar alternativo. Tenemos diferencias ideológicas y prácticas con ellos, pero sabemos que compartimos la misma trinchera y cualquier volante que venga a negar esto no es más que un ejemplo más del sectarismo que tan fuertemente se ha instalado hoy en las agrupaciones. Es este sectarismo el que lleva a valiosos compañeros a hundirse en interminables discusiones inútiles que, aunque basadas en diferencias mínimas, vienen acompañadas de descalificaciones e insultos que no ayudan a construir un CENBA fuerte y efectivo.

La mayoría del estudiantado, sin embargo, permanece ajeno a estos debates, que parecieran estar reservados para las vanguardias iluminadas de Bolívar y Alsina. Esto atenta contra la real representatividad y democracia del centro de estudiantes, alejando a un enorme número de compañeros de la discusión y desmovilizando a todo el claustro. Esta incapacidad de las agrupaciones existentes para generar espacios efectivos de discusión y decisión democrática permite el avance de fuerzas minoritarias que llaman a la desmovilización y obstaculización sistemática de la generación de conciencia popular.

Ante esta descripción crítica, podría pensarse que el nacimiento de una nueva agrupación simplemente reproduciría los problemas actuales. La Jauretche no busca ser, entonces, una agrupación tradicional, sino un movimiento activo estudiantil que ponga el CENBA al lado del común de los estudiantes, para que lo sientan cercano y a su servicio y que sea un espacio de formación de conciencia crítica, abierto no solo a la problemática de nuestros claustros sino a las problemáticas de magnitud nacional. La Jauretche alcanzará este objetivo a través del esfuerzo en la puesta en funcionamiento real, activo y continuo de los mecanismos de representación (haciendo especial énfasis en el cuerpo de delegados, que deberá dirigir el CENBA en el día a día), los cuales hoy sólo sirven para legalizar las decisiones previamente tomadas en la Mesa Directiva. Estamos seguros de que realizar esto es posible y trabajaremos arduamente en esta senda.


El CENBA que queremos
Muy pocas veces durante los últimos años el CENBA estuvo al día con las discusiones que aquejan a nuestro país. Podría pensarse que esto se debe a una focalización mas interna, pero muchos de nuestros compañeros en repetidas ocasiones hicieron hincapié en que tanto como individuos y como institución somos producto de un sistema (afirmación que, por cierto, compartimos por completo) y no faltaron ocasiones en las que tuvimos que leer mensajes de extensiones inimaginables en el foro de análisis de la realidad nacional e internacional; por otra parte, las comisiones durante las jornadas dieron lugar a debates fructíferos por demás acerca de diversos temas como la realidad de la Latinoamérica oprimida y la política nacional con su irrefrenable avance de los sectores más reaccionarios. En este sentido, creemos que el CENBA esta un nivel más abajo del que el estudiantado quiere. Los estudiantes demostraron repetidas veces que tienen una capacidad de discusión acerca de la política nacional e internacional que creemos está profundamente desalentada por las peleas entre individuos y agrupaciones, que disertan acerca de nimiedades dejándonos a voluntad de la derecha más anti-popular, que ya arribó a nuestro colegio bajo las banderas de la libertad de expresión y la representatividad

La Jauretche llama a todos los compañeros a volver a abrir estas discusiones y ubicar al CENBA en un plano político real, levantando las banderas de la conciencia nacional y popular y por sobre todo, con logros concretos que beneficien directamente al estudiante. Para eso, debemos abrir los canales de diálogo entre nosotros en serio y sin vueltas, para ubicar las necesidades urgentes y resolverlas. Como dijo Tarcus, historiador argentino, el movimiento popular necesita menos derrotas heroicas y más victorias parciales: no por resignarse, no por mostrarse débiles, sino porque cuanto mejor, mejor. No podemos seguir tratándonos de traidores, entreguistas o aparateadores si el estudiante medio sigue teniendo problemas que el Departamento de Orientación se demuestra obsoleto para resolver; no podemos seguir denostándonos mientras sigue habiendo la cantidad de chicos libres por año que hay y no podemos seguir dándonos el lujo de la disertación improductiva cuando hay un Campo de deportes a punto de venderse y la información entre nosotros llega tarde e imprecisa. Enemigos sobran, dejemos de buscarlos: lo que faltan son aliados. En este sentido, proponemos una real reactivación de las comisiones para nuestra consolidación, siguiendo el ejemplo de la comisión de cultura, que este año supo organizar con numerosos contratiempos un concurridísimo día de las artes y que puso en sus hombros, aunque fallidamente, debates como el de la nueva Ley de Servicios Audiovisuales.

Cabe mencionar también la férrea voluntad de la comisión de acción social, que incluso con la gripe porcina y con el pánico generado por los monopolios mediáticos acerca del barrio en que trabajan, siguieron firmes y creciendo. Esta reactivación requiere una responsabilidad por parte de todos los compañeros y que necesita entusiasmo y apoyo, no la caza por parte de otros compañeros iluminados.


El colegio que buscamos
Estamos en un colegio que se jacta de estar a la vanguardia en materia de ciencias sociales y humanísticas cuando en la realidad sus alumnos no son más que un número para sus autoridades. Un colegio en el que existe un organismo que se llama Departamento de Bienestar Estudiantil, cuando los entes privatizadores de la UBA nos quieren sacar hasta el derecho de practicar educación física y actividades recreativas en nuestro Campo de Deportes. Un colegio que se coloca en un papel de formación de cuadros políticos y futuros conductores cuando el principal organismo resolutivo sobre la institución no es democrático y termina fallando a favor de las cabezas saqueadoras de la UBA y detractoras de la educación que buscamos. Está claro que la gran mayoría de los estudiantes no sufren un mal pasar económico, consecuencia del filtro que suponen los institutos de ingreso, pero la mayoría no son todos y por eso nos debemos proponer a sacar los palos en la rueda, como por ejemplo, el que suponen los precios de los kioscos dentro del colegio, parte de la estrategia de nuestra rectora socialista, que quiere que la deuda la paguemos los estudiantes, que además incluye un sistema de fotocopiadoras totalmente burocratizado que termina jugando económicamente en contra de los estudiantes. Ni hablar del infranqueable reglamento interno (y más especificamente, en relación a la vestimenta, herencia de la última dictadura), al que ni el Consejo de Convivencia parece aportar nada positivo y por supuesto, el curso de ingreso antes mencionado, que de a poco va cercenando muchisimas posibilidades a gente sin ingresos económicos de poder obtener esta educación de privilegio que debería desarrollarse a lo largo del país y al servicio del pueblo.

Estas paradojas son por las que reclama todo el CENBA, pero cabe recalcar que no compartimos las estrategias de lucha que pretenden las demás agrupaciones. Al ser obvios los abusos antes descritos deberíamos parar la pelota y pensar más detenidamente el camino a seguir para no llegar situaciones límites que debiliten al movimiento estudiantil, prever el impacto mediático y político y tejer alianzas que resulten determinantes por lo menos para los ojos de la sociedad (a la cual le debemos nuestra educación de privilegio) al momento de ejercer una presión para la toma de medidas en los consejos tanto superior como resolutivo. Atendiendo a este aspecto coyuntural, debemos dar una vital importancia al aspecto informativo de los reclamos que ejercemos como centro de estudiantes, desde una política de consenso entre las distintas agrupaciones que persigan objetivos de índole superadora y haciendo hincapié en las debilidades de nuestros enemigos, desarticulando todo intento de avanzar sobre el estudiantado. Vale aclarar, para algun lector malintencionado, que nosotros no hacemos una crítica a las causas que hasta ahora defendimos y aceptamos nuestra cuota de responsabilidad en lo que creemos fue un fracaso en la última toma; sin embargo, queda más que claro que la toma tuvo un solo ganador y es el sector que acompaña a uno de los consejeros resolutivos docentes que está pisando cabezas para ser la autoridad en nuestro colegio el año próximo, mientras que nuestro movimiento sufrió un claro debilitamiento tanto desde la perspectiva política como desde la desmovilización que sigue sufriendo hoy en día el CENBA. Es el momento de replantearnos si el poder que estamos construyendo es realmente efectivo y que medidas tomaremos para construirlo.

La democratización del consejo resolutivo es una lucha que se debe llevar a cabo desde el mayor de los cuidados (y con esto no queremos decir con tibieza) y dentro de los ámbitos correspondientes (y con esto no queremos decir que la calle no sea uno de estos), ya que este órgano es un logro de la lucha estudiantil y no se debe rechazar con tan poca cautela las decisiones de éste: esto supone desmerecer luchas previas y además, como ya dijimos antes, supone un accionar antipolitico que lejos de beneficiarnos nos pone en una situacion limite, sin margen de maniobra posible y por sobre todo (y como se evidenció en la última toma), a merced de las camarillas asentadas en la UBA hace ya rato y que siguen avanzando con paso firme en pos de una universidad privatizada y elitista.
Los golpes que recibimos desde el punto de vista social, como la falta de atención a aquellos alumnos que padecen problemas desde el punto de vista académico en el colegio, tengan o no dificultades en otras esferas de sus vidas, los debemos solucionar creando organismos de apoyo académico y humano alternativos a los obsoletos del colegio, plantándonos como anatema a la estructura social del colegio.
Por último y no por eso menos importante, debemos afirmar que en lo que respecta al Campo de Deportes, la postura que defendemos desde la Jauretche es la de no negociar absolutamente nada; todo aquello que se quiera aportar a nuestro campo será bien recibido y todo aquel que venga con ansias de adquirir algo en pos de negocios inmobiliarios, será fuertemente rechazado.
El resto de las peleas que hay que llevar adelante son menores en comparación a las antes mencionadas, y su resolución sólo puede venir acompañada por un movimiento estudiantil unido y que ataque firmemente los avances privatizadores y burocráticos.
En relación a todas estas trabas que aquejan a los alumnos del Colegio debemos adoptar una triple responsabilidad, como individuos, comprometiéndose con aquellos compañeros que sufren dificultades, como parte de éste colegio, manteniéndose en pie de lucha por el campo de deportes, la democratización del consejo resolutivo y el avance de la privatización en la educación, y por otro lado, como parte del movimiento estudiantil, apoyando todas las causas justas por las que peleen todos los compañeros de los demás establecimientos educativos

La UBA que necesitamos
Pertenecer al campo nacional y popular y acompañar el proceso iniciado en 2003 no nos impide criticar sus errores. Muy por el contrario, nos obliga, si queremos ser coherentes con nosotros mismos y si buscamos la profundización de las modificaciones introducidas, a marcar claramente los aspectos deficientes de este proceso y presionar para su corrección. La política universitaria del actual gobierno quizá sea para nosotros el ejemplo más cercano de esto.
Las universidades públicas se encuentran en este momento (aunque no lo reconozcan formalmente) en un estado de emergencia presupuestaria. El dinero que reciben está muy lejos de alcanzar los niveles necesarios para su correcto funcionamiento y mucho menos las habilita para emprender proyectos de tipo masivo y popular. De esta manera, se permite el avance de las universidades privadas, que rematan la educación y enseñan en función de los intereses patronales y no de los del pueblo.
Ante esta desvalorización de la universidad pública (y de la educación pública en general), quienes ocupan los cargos directivos optan por evitar el enfrentamiento con aquellos que deben entregarle un mayor presupuesto a sus establecimientos y se lanzan a la generación de espacios de autofinanciamiento dentro de la universidad, lo que constituye un segundo avance de la privatización educativa, esta vez desde adentro. No es difícil encontrar a nuestro alrededor ejemplos de tal modalidad: el intento de venta de nuestro campo de deportes por parte del Consejo Superior de la UBA y el más reciente proyecto de la Secretaria de Asuntos Académicos, Edith Litwin, de cierre de nuestro turno vespertino son muestras claras de tal política. Ante la falta de recursos para la educación pública, Litwin elige el camino del ajuste y del achique, que deja a muchos chicos sin la posibilidad de acceder a nuestro colegio y a docentes y no docentes sin empleo o con menos trabajo. El carácter antipopular y antieducativo de tal medida es demasiado obvio como para tragarnos el discurso de la “seguridad” y de los supuestos pedidos de los padres que esgrime la Secretaria de Asuntos Académicos.
El distanciamiento de quienes gobiernan la UBA con respecto a la mayoría de los integrantes de los claustros universitarios, quienes nos oponemos al ajuste antipopular y a la privatización encubierta que están llevando a cabo, tuvo su representación física en la reelección de Rubén Hallú como rector en diciembre de 2009: Hallú fue reelecto en el Congreso de la Nación, en una asamblea ilegal, con la policía y un vallado separándolo de los estudiantes que se manifestaban afuera. Ni siquiera estaban dentro todos los asambleístas habilitados; un importante número de ellos se encontraba afuera del recinto y a algunos incluso ni se los dejó ingresar.
Es el gobierno nacional quien presta el Congreso a la UBA y organiza el operativo de seguridad para asegurar el desarrollo de la asamblea, colaborando así con el avance privatizador y antipopular de Hallú y con el vaciamiento de nuestra universidad pública. Sabemos eso y lo reconocemos. Pero también sabemos, y queremos que todos nuestros compañeros lo sepan, que La Jauretche va a estar del mismo lado que ellos, de frente a las vallas, cuando haya que salir a defender la educación pública, sea contra quien sea.
No nos cabe duda de que es ésta la posición más coherente para todos los que defendemos la universidad pública y gratuita y buscamos una UBA más democrática, más inclusiva, más grande y al servicio del pueblo.
Dos caminos para Nuestra América
Una simple mirada a los hechos políticos más importantes de la última década en Latinoamérica nos muestra la oposición entre dos campos de pensamiento y de acción. Por un lado, la defensa de las soberanías nacionales, la reestatización de las empresas privatizadas en el decenio neoliberal, la aplicación de medidas populares y progresistas, el desarrollo autónomo, la integración latinoamericana y el antiimperialismo. Por el otro, la reacción de los sectores más conservadores de nuestras sociedades, la oposición feroz y sistemática de los grupos económicos concentrados ante cualquier avance contra sus privilegios y la metralla dialéctica a la que nos someten sus voceros, los grandes medios de comunicación.
Esta batalla, que roza lo institucional, se da de forma muy clara en Argentina. No hace falta remontarnos más que hace unos meses cuando el presidente de la Sociedad Rural Argentina asustó con un golpe a la cabeza del Estado; mucho menos hace falta remontarse a la reacción de los monopolios mediáticos, que, mediante nefastos artilugios, presionan a la justicia para ir en contra de la Ley de Medios Audiovisuales, aprobada en ambas cámaras del Congreso, y se abanderan, como lo hizo históricamente el sector avaro de poder y manejado por el imperio, bajo la decencia y la democracia que ellos mismos manejan con su tormento anti popular.
Esta batalla entre aquellos sectores que poseen el poder concentrado y el gobierno, que intenta incluir dentro de su órbita lo que institucionalmente le corresponde (y lo que creemos que es correcto), se da en situaciones mucho más graves que atentan contra los derechos humanos. Julio Lopez, Luciano Arruga y más recientemente Rubén Carvallo son víctimas de la fuerza policial al servicio de los sectores que se enriquecieron durante la dictadura y que aun hoy siguen haciendo negocios multimillonarios con lo ilegal y la llamada seguridad: tenemos que saber diferenciar en que órbitas los sectores antipopulares, muchas veces resaca de la ultima dictadura militar, son en verdad los dueños del país y nuestros enemigos. Tenemos que dotar nuestras filas de discernimiento y “apuntar con todo y a la cabeza, sin treguas ni cuartel”, a estos sectores y no ser como los famosos perros de matadero, que se matan entre ellos por las achuras mientras el dueño se lleva la vaca.
Negar ésta, la batalla actual en la que se dirime el futuro de nuestro continente, por considerar a ambos campos capitalistas, y por lo tanto, opresores, y por lo tanto, enemigos de la clase obrera, no es más que encerrarse en una burbuja desde la cual es imposible una acción concreta de magnitud suficiente como para mejorar las condiciones de vida de nuestros millones de hermanos latinoamericanos. Sin embargo, resultaría poco inteligente no reconocer los límites que conllevan estas experiencias históricas, que en pocos casos rompen con sus concepciones políticas y económicas capitalistas. La posición que escogemos en La Jauretche es, entonces, la del apoyo a los avances populares y progresistas y la de la crítica a sus concesiones y estancamientos, pues tenemos la convicción de que si no se profundizan los cambios realizados hasta el momento, se abre la puerta a la restauración conservadora. Como dijera Jorge Enea Spilimbergo, “ninguna revolución de masas puede estabilizarse y consolidar sus conquistas si no va más allá del simple reajuste de la estructura social y política heredada, si no destruye las viejas formas de Estado y crea otras nuevas, basadas en la democracia directa de las masas, en el control efectivo y diario, en la autoridad suprema de las organizaciones populares.”
Es por esto que, más allá de las críticas que podamos hacer a gobiernos como los de Hugo Chávez, Rafael Correa, Evo Morales y Cristina Kirchner, consideramos necesario dejar clara nuestra posición, desde la juventud, en esta hora crucial de la historia de Nuestra América. Desde La Jauretche, apoyamos estos proyectos populares, pues significan un avance histórico en la situación de nuestros hermanos latinoamericanos y caminan en la senda de la Patria Grande: somos chavistas, somos correístas, somos evistas y somos kirchneristas, pero por sobre todo, argentinos y latinoamericanos.

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